ROBERTO IGLESIAS

Del 29 septiembre al 22 octubre de 2022

S.T. Fotografía impresión sobre aluminio dibond, 75 x 50 cm

S.T. Fotografía impresión sobre aluminio dibond, 75 x 50 cm

S.T. Fotografía impresión sobre aluminio dibond, 105 x 70 cm

S.T. Fotografía impresión sobre aluminio dibond, 75 x 50 cm

S.T. Fotografía impresión sobre aluminio dibond, 90 x 135 cm

S.T. Fotografía impresión sobre aluminio dibond, 70 x 105 cm

S.T. Fotografía impresión sobre aluminio dibond, 105 x 70 cm

S.T. Fotografía impresión sobre aluminio dibond, 45 x 30 cm

ROBERTO IGLESIAS La mirada del Congo 
Del 29 de septiembre al 22 de octubre de 2022

Con la colaboración de Chus Torres Peinador.

Exposición benéfica Fundación Ditunga www.fundacionditunga.org

Roberto Iglesias Encinas nace en Madrid en 2001. Estudios de Fotografía Profesional en EFTI y Diseño Digital en U-tad.

Chus Torres Peinador. Barcelona, 1953. Médico especialista en Dermatología por la Universidad de Barcelona, Hospital Clínic Barcelona. Una de las más reconocidas especialistas en dermatooncología. Directora del proyecto de prevención de cáncer de piel en albinos africanos. Miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología. Premio 2016 y 2022 por la Fundación Piel Sana. Premio solidario 2021 Asociación ALBA.

Esta exposición nos invita a participar de la fantástica labor realizada por la Fundación Ditunga, ONG fundada en 2006 con la colaboración de Cáritas para el desarrollo integral de las comunidades rurales de la República Democrática del Congo. Su fundador, el Padre Apollinaire CibakaCikongo, es un joven sacerdote congoleño que se trasladó a Pamplona hace años para hacer su tesis en Teología y desde entonces mantiene una estrecha relación con nuestro país y las diferentes instituciones y entidades que dan apoyo a este proyecto.

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ROBERTO IGLESIAS. LA MIRADA DEL CORAZÓN

“Mais les yeuxsontaveugles. Ilfautchercheravec le cœur. ” Le Petit Prince. Antoine de Saint-Exupéry

Roberto Iglesias  es una mirada. Una mirada joven y limpia que brilla cuando consigue conectar con el alma, con la esencia de las cosas, de las personas, del mundo. Una mirada que cuenta historias, la historia detrás de cada ser humano, la historia del mundo. Su propia historia.

Pero también es una mirada desesperada cuando pierde esa conexión y se adentra en territorios oscuros en busca de nuevas maneras de expresar la historia que percibe, pero que aún no tiene palabras ni colores.

Historias que cambian la vida, que rozan el alma, que se anclan al presente a través de una mirada fugaz, inexistente en el instante anterior y que se desvanecerá en el siguiente, dejando un recuerdo.

Historias que generan conexiones inesperadas, conexiones imposibles de diseñar. Historias que van surgiendo, se van conformando. Poco a poco. Sin diseño, sin esquema, sin patrones previos.

Roberto juega con los opuestos. Se adentra en ellos buscando instantes de encuentro. Se adentra peligrosamente, hasta el punto de perderse, deconstruyendo su mirada para construir una nueva cada vez más integradora. Buscando la expresión más simple que desvele lo complejo. La máxima simplicidad de donde surge la belleza.

Luz y oscuridad, blanco y negro grande y pequeño, nobleza y miseria, alma y técnica…. bailan ritmos que sólo él sabe componer hasta que surge algo nuevo. Una historia de integración y de belleza. Una historia infinita que solo es visible si se sabe mirar con el corazón. Solo desde el alma se puede entender la mirada de la fotografía de Roberto.

Roberto mira almas con su alma desnuda. Y desde esa desnudez, desde esa vulnerabilidad valiente, invita al otro a ser, a mostrarse, a narrarse. Mira emociones desde su emoción. Desde la indagación de su propio ser. Cuenta historias desde su propia historia, conectando así con la historia del otro, construyendo en su fotografía un baile bello, acompasado. Roberto nos cuenta una historia del Congo diferente, profunda, especial, diseñada en las miradas de sus protagonistas que a su vez se sienten vistos por primera vez a través de su objetivo, a través de la complicidad del observador.

Conectando con la alegría y la sonrisa generosa de sus gentes. Pero conectando también con el profundo dolor de un país que sangra, desde su propio dolor. Mostrándonos generosamente la profunda belleza de una tierra a la que le queda todo por decir. De unas gentes a las que necesitamos escuchar.

Beatriz Encinas Duval